Antes de realizar el interrogatorio podemos hacer una valoración previa observando discretamente las posturas y movimientos del paciente desde que entra en consulta hasta que se tumba en la camilla. Lo escuchamos con atención intentando asimilar la información que puede ayudarnos a valorar su actitud ante la vida y a relacionar sus emociones con la patología que presenta.
Durante el interrogatorio debemos dejar responder al paciente sin interrupciones que puedan predisponer sus respuestas. Antes de realizar un diagnóstico por palpación necesitamos saber:
- Cuál es el motivo de la consulta. Síntomas que padece. Cómo se produjo.
- Cuándo se originó el problema y con qué síntomas comenzó a manifestarse.
- Saber si ha tenido anteriormente síntomas similares que pudieran hacer pensar en una lesión crónica.
- En qué trabaja. Valorar una higiene postural adecuada en el trabajo.
- La actividad que realiza en su trabajo. Si hace esfuerzo físico de algún tipo. En caso afirmativo indagar sobre su postura durante dicho esfuerzo.
- Los traumatismos, enfermedades, operaciones, etc., que ha padecido en su vida para estudiar su relación con la lesión actual.
- Saber si tiene antecedentes familiares que puedan hacer pensar en lesiones heredadas o genéticas.
- Conocer si ha sido diagnosticado por otros especialistas y el tratamiento aconsejado.
- Saber si lleva una vida sana, hace deporte y lleva una alimentación adecuada.
- Preguntar por algún otro tipo de dolor en columna vertebral, en las extremidades y acerca de cómo son sus digestiones para conocer su influencia visceral en el problema que presenta.
Tras el interrogatorio debemos evaluar cómo es el tipo de dolor que padece. Localizamos el dolor teniendo en cuenta el dermatoma o área asociada. Cuál es su intensidad y qué otros síntomas lo acompañan. Si existe un dolor irradiado con sensación de quemazón, si es superficial o profundo. Debemos saber cuál es la duración del dolor, si se produce al comienzo, si desaparece, si es intermitente, etc. Si se manifiesta todo el día o remite con la actividad. Posturas en las que disminuye y aquellas que producen más dolor. Averiguar si mejora con el reposo o el movimiento. Considerar el estado emocional del paciente.